El parque del Distrito Este. Capítulo 12

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El sábado, el Jefe del Distrito recibió él mismo a los 13 seleccionados con visible alegría a medida que llegaban al Palacio del Distrito. Hacía un tiempo espléndido, no se avistaba ni una sola nube, pero corría una gentil brisa refrescante. Parecía un buen presagio. Algunos llegaban a pie, otros en bus, coche o taxi, pero, siguiendo los requisitos, cada uno de ellos iba acompañado de un adulto. Cuando ya estaban todos, entraron juntos al Palacio y, guiados por el Jefe, entraron en la sala donde tendría lugar la formación. Algunos de los jóvenes se mostraron nerviosos al principio, durante las presentaciones, pero al final de la mañana se habían convertido en buenos compañeros con una facilidad que lamentablemente es poco común para muchos adultos. La más joven era Gabar, con solo 4 años, mientras que el más mayor era Pirai con 15. Además de conseguir un ambiente constructivo y familiar entre los elegidos, la formación de la mañana se centró en hacer que los niños entendieran su papel en el Concurso y las consecuencias de sus decisiones. La parte más pesada, sobre los distintos criterios en que deberían fijarse durante la deliberación para escoger un proyecto ganador, se trató después del almuerzo. El Jefe estuvo con ellos en todo momento, y, para sorpresa de todos, ayudó con gran amabilidad y mano izquierda a los más pequeños a entender muchos de los temas más complejos.

Mientras los chicos estaban en clase, se llevó a sus acompañantes adultos a otra sala, en que se había dispuesto comida y bebida para ellos y también fueron informados de las responsabilidades de los miembros del jurado, de las condiciones en que se reunirían el día de la Gran Final, en que estarían aislados durante la deliberación, y demás cuestiones prácticas. Así mismo, intercambiaron datos de contacto entre ellos y tomaron nota de los de los organizadores del Concurso. En ambas salas, claro está, hubo tiempo para preguntas y comentarios y aún así la jornada de formación no se alargó más que unos diez minutos de lo previsto.

El sentimiento predominante entre los jóvenes era de ilusión, aunque parecía que sobre todo los más mayores sentían también cierta presión al pensar en el encargo que habían recibido. Al despedirse, el Jefe del Distrito los saludó uno a uno, como había hecho por la mañana, y les recordó que todo aquello no debía ponerles nerviosos, sino que se trataba de una aventura que les permitiría conocer a nuevos compañeros y escoger el parque que más les gustara, ¡menuda suerte!

Fue un día muy emocionante para todos, pero el secretario del Jefe del Distrito se marchó a su casa preguntándose cómo el Jefe podría tener la energía necesaria para afrontar algo tan intenso como las miradas llenas de alegría de aquellos jóvenes y el saber que todo se debía a los sueños de su propio Kuttu, que nunca podría ver el resultado del Concurso ni sabría jamás que sus creaciones habían inspirado a tantos otros arquitectos a imaginar decenas y decenas de parques y jardines.

Capítulo 13